SÍNTOMAS DE ALARMA DE ICTUS

Como hemos podido comprobar, todos somos, de algún modo, potenciales candidatos a padecer un ictus, sobre todo a partir de los 60-65 años de edad, y con mucha mayor probabilidad si reunimos alguno(s) de los factores de riesgo mencionados. Sirva como ejemplo: un hombre de 75 años de edad, hipertenso y diabético con mal control, y fumador de una cajetilla de cigarrillos diaria, tiene siete veces más probabilidades
de padecer un ictus que otra persona de igual edad y sexo que no reúna
estas condiciones. Resulta de gran utilidad, especialmente en estos
casos, que denominamos de alto riesgo, pero también para la población
general, saber cómo se inicia un ictus y cuáles son los síntomas que
nos permiten identificarlo. A estas manifestaciones iniciales las denominaremos síntomas de alarma.

Hemos aprendido que el dolor en el pecho o en el brazo izquierdo puede
ser el «aviso» de un infarto cardíaco y que no debemos esperar: hay que
acudir con celeridad al hospital. Desgraciadamente, el ictus puede
presentar síntomas variados y no es frecuente que curse con dolor, el
síntoma que más nos «alarma», pero sus consecuencias pueden ser
igualmente graves y mucho más invalidantes. El ictus es una verdadera
urgencia médica y, en la actualidad, ha podido demostrarse que sus
devastadoras consecuencias son tanto menores cuanto antes se acuda al hospital y se sea atendido por el neurólogo. De aquí la importancia de
que el paciente y las personas que lo rodean habitualmente puedan
reconocer con prontitud los síntomas de alarma, que se enumeran a
continuación y que son válidos tanto para los pacientes que nunca han
padecido un ictus como para aquellos que ya lo han sufrido y en los que
puede repetirse.

  •  Pérdida de fuerza de la cara, brazo y/o pierna de
    un lado del cuerpo, de inicio brusco.
  • Trastornos de la sensibilidad, sensación de «acorchamiento
    u hormigueo » de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de
    inicio brusco.
  • Pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos
    ojos.
  • Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse,
    lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien nos escucha.
  • Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual
    y sin causa aparente.
  • Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio
    o caídas  bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera
    de los síntomas descritos con anterioridad.

Cualquiera de los síntomas enumerados no pierde su valor de «alarma»,
antes bien lo refuerza, si desaparece espontáneamente (recuerde lo
comentado con anterioridad sobre los ataques isquémicos transitorios).
Si, además, es usted una persona con uno o varios factores de riesgo,
es aconsejable que sus amigos y familiares conozcan estos síntomas de
alarma y puedan trasladarle con prontitud al hospital más próximo.