El ictus no sólo afecta a la persona que lo sufre. El paciente advierte que su vida ha sufrido un cambio radical, pero también sus familiares y amigos próximos se dan cuenta de que muchas cosas, a menudo importantes, van a cambiar en sus vidas. La nueva situación se vive, en los primeros días, como la premonición de una pesada carga. Se tienen que asumir aceleradamente nuevas responsabilidades, no siempre bien aceptadas, en la mayoría de los casos porque interfieren ostensiblemente con la rutina social, familiar y laboral. En ocasiones, junto con las dificultades motoras, se producen alteraciones del carácter y la convivencia se hace difícil. Todo ello contribuye a acrecentar el estrés ambiental que ya de por sí genera la propia enfermedad.

A pesar de todo ello, es conveniente recordar que la recuperación tras el ictus constituye uno de los desafíos físicos y psicológicos más importantes y prolongados a los que puede someterse a una persona; es del todo imposible superarlo sin ayuda y la falta de apoyo familiar constituye una dificultad añadida.

Los pacientes con un mayor grado de relación con las personas de su entorno son los que, a priori, mejores resultados pueden obtener. No obstante, es conveniente remarcar que la tarea del cuidador principal del paciente tras el ictus, especialmente si éste ha sido grave, suele ser dura, por su exigencia diaria y –fundamentalmente– por su extensión en el tiempo. Un estudio reciente realizado en España ha puesto de manifiesto que, en su mayoría, los cuidadores principales de los pacientes que han sufrido un ictus asumían de buen grado su nueva situación personal, pero después de los primeros 6 meses se sentían fatigados y percibían que su propia salud había empeorado. Estas observaciones nos hacen recomendar el reparto proporcional de las responsabilidades y tareas implícitas en el cuidado de estas personas entre sus familiares y amigos, siempre que ello sea factible. Esta estrategia contribuirá de forma importante a prevenir el desánimo, la fatiga y la desesperanza, que, inevitablemente, se transmitirían al paciente.